Durante el verano de 2020, el primero tras la llegada de la pandemia, se llevó a cabo un estudio que, pocos meses después, iba a ser clave para hacer posible la vuelta al colegio y el desarrollo de todo el curso escolar. Se analizó la incidencia de la covid-19 en campamentos de verano entre más de 2.000 niños y niñas. La primera conclusión fue que la tasa de transmisión de unos niños a otros cuando se infectaban era muy baja, menos del 5 %.
La segunda conclusión fue que la tasa de contagio era seis veces más baja en los niños que la de la población en general. Estos resultados dieron las pistas para abrir las escuelas de una forma segura y controlada, aplicando medidas como las que se habían implementado en los campamentos: grupos burbuja, utilización de mascarilla o lavado de manos frecuente.
"Gracias a esta investigación, evitamos que en nuestro país se tuviesen que volver a cerrar las escuelas, como sucedió en otros países", explica el Dr. Juanjo García, Jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Sant Joan de Déu, responsable del estudio.
Al inicio de la pandemia se abrieron muchos interrogantes en torno a la incidencia del coronavirus en los niños. Responderlas era clave para que, por ejemplo, pudieran volver al colegio
El marco en el que se desarrolló este y otros estudios fue Kids Corona, una plataforma creada por este centro hospitalario para intentar responder a todos los interrogantes alrededor de la Covid-19 en la población infantil: ¿Eran los niños y jóvenes grupos altamente transmisores? ¿Qué riesgos tenían las embarazadas y sus hijos? ¿Afectaba el virus menos a los niños que a los adultos? Si era así, ¿por qué sucedía esto?
"Al ver que, aparentemente, los menores no se infectaban o tenían una sintomatología leve, entendimos que estudiar este grupo de población era vital para saber las diferencias de afectación y respuesta inmune entre ellos y la población adulta o entre ellos mismos; eso era clave para averiguar cómo se comporta el virus y desarrollar tratamientos y estrategias de prevención aplicables a toda la población", prosigue el doctor García.
Otro de los estudios de Kids Corona que arrojó luz sobre el inhóspito túnel del nuevo virus fue el que se basó en tomar muestras a domicilio de menores que convivían con adultos infectados. "El resultado mostró que los menores se habían contagiado en la misma proporción que los adultos que convivían con otro adulto con Covid-19 y que cuando los menores se contagiaban, la mitad eran asintomáticos y la otra mitad, leves. Los casos graves eran excepcionales".
Los efectos de la Covid-19 en la salud mental de los menores
Aparte de la manifestación de la enfermedad por sí misma, una consecuencia relevante de la crisis de la Covid-19 fue el confinamiento domiciliario. Esta medida preventiva que, en un principio, se impuso para proteger la salud física de los niños y otros colectivos vulnerables, también tuvo efectos en la salud mental de los menores.
Según otro estudio de la plataforma, en la población de niños y jóvenes de 4 a 18 años, los problemas emocionales y de conducta que podrían aumentar el riesgo de un problema de salud mental se elevaron más del doble durante el confinamiento (del 13 % al 34,7 %). La depresión y la ansiedad fueron los síntomas más frecuentes (64,5 %), seguidos de la hiperactividad y el cambio en la conducta (30,8 %).
Además de llevar a cabo estudios, Kids Corona recopila datos clínicos de pacientes con Covid-19 y muestras biológicas de pacientes pediátricos y adultos
También se observó que el estrés y la depresión en los cuidadores son los mejores predictores en niños, mientras que en adolescentes el mejor predictor es su estilo de afrontar los problemas.
Esto sugiere que mejorar el estado mental del cuidador y ayudar a los adolescentes a combatir el estrés enfrentándose al problema son objetivos importantes para prevenir las enfermedades mentales en niños y jóvenes, respectivamente. Estrategias como estas deberían ser una prioridad para garantizar la salud mental de los niños en condiciones de gran estrés, como fue el confinamiento por la Covid-19.
Fondo solidario Juntos de Banco Santander: una inyección para hacer posible la investigación de la Covid-19 en niños
Para crear esta plataforma que, además de llevar a cabo estudios, recopila datos clínicos de pacientes con Covid-19 y muestras biológicas de pacientes pediátricos y adultos para investigadores del centro y de toda la comunidad científica, se necesitaban 200.000 euros. Una cantidad que donó el Fondo solidario Juntos de Banco Santander, creado en 2020 para contribuir en la lucha contra el coronavirus y sus efectos.
El total de aportaciones del fondo, 55 millones de euros, se destinaron, además de las donaciones a instituciones y autoridades, a cubrir necesidades como la producción y adquisición de equipamiento médico, ropa de protección y otros equipos que eran necesarios para tratar a los pacientes infectados por el virus.
Gracias al fondo de Santander se compraron 3 robots de procesamiento de pruebas PCR, más de 5 millones de mascarillas, 575 respiradores y 500.000 tests de detección, entre otros
Gracias a este fondo, fue posible comprar, por ejemplo, 3 robots de procesamiento de pruebas PCR, más de 5 millones de mascarillas; 575 respiradores; 500.000 tests de detección o equipos de desinfección, además de otras ayudas a diferentes investigaciones, a colectivos vulnerables y ONG.
A día de hoy, aún queda por ahondar en algunas preguntas sobre COVID y niños, como, por ejemplo, por qué las infecciones son más leves en este grupo de la población. La respuesta ha de ver la luz gracias al esfuerzo continuo de investigadores como los de Kids Corona, cuya creación fue posible con el apoyo del Santander. Todas aquellas personas que quieran hacer una aportación para que se siga investigando, pueden contribuir desde aquí.