Llevar la misma mascarilla, aunque esté perfectamente ajustada a la cara, más tiempo del que está recomendado hace que esta medida preventiva frente a la Covid-19 deje de ser eficaz y que, por tanto, aumente el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2. Según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la mayoría de personas utilizamos los cubrebocas casi ocho veces más horas de las aconsejables.
En concreto, de media las máscaras reutilizables de tela se usan unas 13 horas antes de lavarlas; las quirúrgicas desechables, unas 12; y las que llevan filtro, como las FFP2, hasta 21 horas, un intervalo de utilización muy superior al que señala el Ministerio de Sanidad, que sitúa el uso óptimo en no más de cuatro horas.
Superar el tiempo aconsejable de uso compromete la eficacia de filtración y aumenta el riesgo de contagiar
La OCU alerta, en consonancia con lo que señalan los expertos, que superar el tiempo aconsejable de uso compromete la eficacia de filtración y aumenta el riesgo de contagiar la Covid-19. Este mal uso se suma a otros muy frecuentes, como colocar esta protección sin cubrir la nariz o la boca por completo; quitársela tirando de la parte delantera con los dedos; o llevarla bajada o no usarla.
“Las mascarillas son como telas de araña. Los patógenos que chocan con ella se quedan pegados” explica José Luis Jiménez, catedrático de la Universidad de Colorado y experto en aerosoles. Por tanto, si esas “telas de araña” están llenas de gérmenes, dejan de ser una barrera eficaz para seguir impidiendo que traspasen partículas potencialmente contagiosas. A lo que se suma un riesgo añadido si no se manipulan correctamente.
Para la OCU, en buena medida esta reutilización excesiva podría estar relacionada con el precio de estas protecciones. A pesar de que el BOE publicó el lunes el nuevo precio máximo de las mascarillas quirúrgicas desechables a 0,72 céntimos y que el Gobierno aprobó anoche la bajada del IVA del 21% al 4%, esta entidad considera que debería bajarse aún más el precio y distribuirlas de forma gratuita entre familias vulnerables.
Asimismo, el Ministerio de Consumo ha anunciado que prohibirá la comercialización de las mascarillas con válvula, puesto que podrían contribuir a la transmisión del virus. Estas máscaras filtran el aire que respira la persona que las lleva pero no, en cambio, el que exhala, por lo que, en caso de que el portador tenga Covid-19, podría exponer a las personas de su alrededor al virus.
De hecho, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ya se refirió este verano a ellas como las mascarillas “egoístas”, porque solo protegen al portador. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco las recomienda, y ha advertido en contra de su uso.
Consumo también está terminando el borrador de la orden por la que se regulará la comercialización de mascarillas y se establecerán los requisitos de etiquetado, características e información que deben cumplir este sistema de protección. Además, está previsto que se regule el uso y la información de los filtros desechables, que se pueden comprar aparte de las mascarillas y que, actualmente, no están sujetos a ninguna normativa específica.