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Vacunas españolas: lentas pero seguras

Las tres vacunas españolas avanzan en su desarrollo con buenos resultados en laboratorio y en ensayos con modelos animales

Los equipos españoles están compuestos por seis y 11 personas, frente a los 100 de AstraZeneca

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España está inmersa en la carrera por las vacunas contra la COVID-19. Pfizer ganó la prueba de velocidad porque fue la primera que aprobaron tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA) como la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA), pero la carrera no ha terminado. "Cuantas más vacunas, mejor", asegura Isabel Sola, la viróloga del CSIC que trabaja, junto al doctor Luis Enjuanes, en uno de los tres antídotos que está desarrollando el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los investigadores aseguran que las tres vacunas son prometedoras aunque lamentan que su desarrollo se vea condicionado por la falta de medios. Vicente Larraga explica que mientras su equipo está compuesto por tan solo seis personas, más de un centenar han trabajado en la vacuna de AstraZeneca y 5.000 en el caso de Johnson & Jonhson. Pero nada les desanima. ¿En qué punto se encuentran las vacunas con sello español?

1. La vacuna de Enjuanes y Sola: ARN autorreplicativo

La vacuna de Enjuanes y Sola es una vacuna novedosa de ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna, pero con algunas diferencias que la hacen muy prometedora. "Es un ARN autorreplicativo, es decir, se copia a sí mismo y se multiplica miles de veces", explica Sola. "Eso significa que la dosis que hay que introducir es una dosis más pequeña y esto simplifica también la producción y el coste".

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Además, esta vacuna introduce varias proteínas del coronavirus Sars-Cov-2, no sólo la famosa proteína S que utiliza para meterse en la célula, en la que se basan las otras vacunas de ARN. Con esta suma de proteínas del virus se consigue "una inmunidad más completa y duradera". Si a todo esto le sumamos que, además de la vía de administración intramuscular, están ensayando la intranasal, el resultado podría ser una de las vacunas más esterilizantes del mercado, porque conseguiría frenar la entrada del virus en la principal puerta de acceso a nuestro cuerpo: las vías respiratorias.

"Se consigue una inmunidad más completa y duradera"

2. La vacuna de Mariano Esteban: una variante de la que erradicó la viruela

Para esta vacuna habrá que esperar hasta bien entrado 2022 porque sus ensayos están aún en fase preclínica. Antes, el CSIC tiene previsto acabar el desarrollo de otra vacuna que está experimentando el equipo del virólogo Mariano Esteban. Se trata de un antídoto basado en una variante de la vacuna que erradicó la viruela y que ha obtenido ya resultados de alta eficacia en modelos animales. "Es un virus atenuado, incapaz de multiplicarse en las células en las que penetra, pero sí tiene la capacidad de producir miles y miles de copias de la proteína del coronavirus cuyo gen está insertado en el ADN de este virus", explica Esteban.

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Esta vacuna está a punto de comenzar la fase de ensayos clínicos en humanos. Su producción ha comenzado ya en un laboratorio farmacéutico de Galicia y cuentan con los hospitales en los que se van a inocular las primeras dosis a los voluntarios. Solo falta la autorización de la Agencia Española del Medicamento. Si el ensayo sale adelante, esta vacuna podría estar en circulación a finales de este año o principios de 2022.

3. La vacuna de Vicente Larraga: molécula de ADN circular

La tercera vacuna que se ensaya en el CSIC es la del laboratorio que dirige Vicente Larraga. Está en fase preclínica, como la de Enjuanes y Sola, pero es de técnica diferente. Esta "es una molécula de ADN circular, que nosotros fabricamos, es sintética y de muy pequeño tamaño. Produce una reacción del sistema inmune muy específica contra una o varias proteínas del virus, mientras que si se utilizan vehículos como el empleado por AstraZeneca, también se produce una reacción contra el virus y es una reacción más compleja, la nuestra es más específica", explica Larraga. Tiene la ventaja de que, al ser sintética, se puede actualizar de forma rápida y sencilla en el laboratorio en función de la evolución del virus.

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Prometedoras pese al poco personal y la poca inversión

Estas tres prometedoras vacunas van más lentas por varios motivos. Isabel Sola lo justifica "por la complejidad". "El candidato de Pfizer y Moderna es una molécula que tiene unas 4.000 letras y la nuestra tiene 28.000", asegura la viróloga. Además, dependen de otras compañías para fabricar el envoltorio de las vacunas de ARN mensajero.

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Los investigadores Mariano Esteban y Vicente Larraga, apuntan hacia otra causa. "En nuestro laboratorio somos 11, todos, menos yo, por obra y servicio", denuncia Esteban. "Ahora estamos intentando extender otros seis meses más los contratos, hasta octubre, porque se les acaba la obra este mes de abril, y así estamos". En el laboratorio de Vicente Larraga pasa lo mismo. "En mi laboratorio somos seis personas, todas muy especializadas, pero somos seis, mientras que los grupos que han desarrollado la vacuna de AstraZeneca son de cien personas y en Johnson, todavía más, más de 5.000 personas y anualmente se gastan mil millones de dólares en vacunas", denuncia.

"Estamos intentando extender otros seis meses más los contratos, porque se les acaba la obra este mes de abril, y así estamos"

Los tres investigadores coinciden en que hay que invertir en ciencia. “No podemos perder la capacidad de proteger a nuestra población", advierte Larraga. "Es algo fundamental cuidar la ciencia como patrimonio nacional", asegura Esteban. "En España los niveles de inversión en ciencia están muy por debajo de los países del entorno y esto debe ser una oportunidad para reaccionar y aumentar la inversión", dice Sola.

En cuanto al futuro post COVID, la vuelta a esa ansiada normalidad, los tres investigadores son optimistas. "Con tiempo, iremos recuperando la normalidad", comenta Sola. "En cuánto tiempo eso dependerá del ritmo al que se consiga tener a un porcentaje grande de la población vacunado y de la efectividad de las vacunas". "Es probable que tengamos que recibir dosis de recuerdo hasta que consigamos el total control", opina Mariano Esteban, "pero tardaremos un par de años mínimo, o más". Según Vicente Larraga, la clave está en lograr "que la epidemia desaparezca de todos los países que no pueden permitirse pagar la vacuna. Es una cuestión de seguridad, no sólo de ética".