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Coronavirus

La caída de la incidencia se frena y la vacunación se estanca: "Si no lo hacemos bien, los casos volverán a aumentar"

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Los expertos ven muy difícil que la incidencia acumulada del coronavirus llegue a cero, pero esperan que se estabilice.
Los expertos ven muy difícil que la incidencia acumulada del coronavirus llegue a cero, pero esperan que se estabilice.

Los casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes llevan semanas descendiendo y están a punto de alcanzar el riesgo más bajo a nivel nacional, pero ¿dónde está el suelo de la incidencia? Con una tasa de vacunación que crece cada vez más despacio, los expertos consideran que será muy difícil que el principal indicador de la pandemia llegue a cero. Por eso observan con lupa lo que ocurra en las próximas semanas: “Estamos en un punto de inflexión y es muy fácil que los casos aumenten si no vamos con cuidado”.

Por lo pronto, el descenso de la incidencia es cada vez más lento. El siguiente gráfico muestra que la quinta ola de la pandemia comenzó su desaceleración a nivel nacional a mediados de julio. Sin embargo, la incidencia no empezó a descender hasta dos semanas después. Una disminución que continúa, pero cuya velocidad empezó a frenarse a mediados de septiembre.

El descenso se ralentiza en casi todas las comunidades

Aunque con pequeñas variaciones, el dibujo de la curva de fluctuación de la incidencia es similar en todas las comunidades autónomas. Todas salvo Navarra, cuya pendiente todavía se agranda, han empezado a ralentizar su descenso.

A 30 de septiembre, Murcia, Canarias, la Comunidad Valenciana y Cataluña son las comunidades en las que más ha frenado el descenso de la incidencia. Mientras que la tasa baja más de seis puntos en un día en el País Vasco, Galicia, Navarra y Ceuta.

Todavía habrá brotes esporádicos que escaparán al control sanitario, pero los expertos consultados recuerdan que cuanto más plana y próxima a cero se mantenga la curva de variación porcentual de la incidencia, más cerca se estará de ese deseado escenario controlado. “Todos los querríamos”, valora el epidemiólogo Joan Caylà, que, no obstante, señala que “la pandemia es muy difícil de controlar en España”.

Quien fuera responsable del servicio de Epidemiología de la Agència de Salut Pública de Barcelona hasta 2017 advierte de que, hasta ahora, las olas se han sucedido cada tres o cuatro meses. Ante la posibilidad de una nueva oleada, continúa el experto, el valor que alcance la incidencia antes de volver a subir será muy importante para calibrar la gravedad de la situación.

De todas las comunidades, Asturias es la que tiene un escenario más halagüeño, ya que, pese a la ralentización, la incidencia ha descendido por debajo de 20 casos por cada 100.000 habitantes. En el polo opuesto se encuentra la vecina Cantabria: el descenso también se está frenando, pero la tasa, en torno a 90 casos, todavía es elevada.

La vacunación se estanca en los veinteañeros

En comparación con la tercera ola, a comienzos de 2021, la quinta baja más lentamente. Esta circunstancia, argumenta Caylà, se explica porque la bajada de la onda epidémica está coincidiendo con un momento de relajación de restricciones y con la celebración de eventos que favorecen la propagación, como los botellones ilegales multitudinarios.

En España, la población vacunada con pauta completa se acerca al 80 %, pero el número de dosis inyectadas disminuye semana a semana y cada vez resulta más difícil encontrar personas que quieran vacunarse.

La inoculación se ha estancado por debajo del 75 % en la franja de 20 a 39 años y los mayores de 40 han tardado más de mes y medio en pasar del 80 al 86 %. Su situación contrasta con la de los más jóvenes (de 12 a 19), cuyo número de dosis crece día a día.

Más allá de una inmunidad de rebaño que se antoja difícil de alcanzar, los expertos consideran que la vacunación jugará un papel importante para garantizar el control de la enfermedad. Otros estudios muestran que su extensión a más grupos de población garantizan un beneficio para el conjunto de la sociedad, pero insisten en que el camino aún será largo: habrá gente que no querrá vacunarse y harán falta mecanismos para convencerlos.